Los partidos políticos y sus distintas ofertas de soluciones.-

Esta variedad de modelos institucionales que permite un tipo de producción al reproducirse, da la ocasión a que varios partidos políticos puedan presentar sus soluciones (sus modelos de instituciones), con la posibilidad de que sea la suya la preferida, igualmente, que compartan esta función dos o más partidos a la vez.

Cuando no se trata de reproducir a una sola forma de producir, sino a varias, que comparten entre ellas el campo productivo, el número y el tipo de instituciones se multiplica, y con ellas, lo partidos que pueden presentar su pretensión de animarlas, dirigirlas y controlarlas.

Esta actividad partidaria es animada y premiada por las propias instituciones, que señalan unas cantidades determinadas para que estos partidos puedan hacer frente a los gastos que acarrea mantener sus aparatos.

Estamos refiriéndonos a la forma concreta en que en la actualidad funciona la reproducción del capital en lo que se considera el “mundo occidental”, es decir, Europa, E.E.U.U, Canadá, Japón, Australia, la mayor parte de Iberoamérica, etc.

Hay otras formas de reproducirse el capital. La Alemania nazi, España con el ejército mandado por el general Franco, los gobiernos militares de las Repúblicas suramericanas y de América Central, son ejemplos de otras variantes institucionales de reproducción del capital.

Los partidos políticos, en competencia unos con otros, o en coaliciones más o menos durables, pero, un todo caso, en régimen plural (es decir que no exista de forma obligatoria unos solo, sino tantos como se quiera), no son, en todo caso, sino un modo más en el juego institucional, que el capital precisa para su reproducción. Seria inútil señalar en nuestra historia reciente que, el Capital escoge en cada momento el tipo de instituciones que más le interesa; sin miramiento ninguno en el cambio de camino elegido en cada momento, y sin que importe demasiado la aparente falta de coherencia en esos cambios. La razón es que, la coherencia sí existe: en todos los casos, con partidos o sin partidos, el objetivo es el mismo, la reproducción del capital en las mejores condiciones posibles.

Todo esto plantea ajustes teóricos que un socialista o comunista, sea o no miembro de un partido, precisa realizar para anclar su posición, su ángulo de mira, en un terreno tan sólido, como el que sirve de referencia a los servidores institucionales del capital.

Por poner un ejemplo.
Cuando no utiliza los partidos, por creerlos innecesarios, o incluso peligrosos, el capital sigue reproduciéndose a través de las instituciones. Esto nos indica algo que, ni en la teoría, ni en la práctica, puede resultar sorprendente. Los partidos políticos son una institución más, dentro de la malla, de la red de instituciones que, en un momento concreto, tienen la misión conjunta de reproducir el capital. Se trata de llevar a cabo esta misión entre todas ellas. Por tanto existe una distribución de tareas. Esta responsabilidad, esta iniciativa, de repartir las funciones concretas, puede recaer en la institución que en un momento concreto parece reunir las mejores condiciones; puede ser el ejército; puede ser el mismo ejército pero apoyado en la Administración Civil (en lo que suele llamarse un Gobierno de tecnócratas); puede ser un partido único; puede ser un libre juego de partidos. Es importante recordar que quien decide esto es, normalmente, el capital; puesto que, sin contar con su opinión es imposible montar un sistema institucional, que, recordemos igualmente, no tiene otra misión que su reproducción, la del capital.

Por tanto, los partidos políticos, en un país cuya producción descansa básicamente en el capital, son una institución que puede o no, formar parte del aparato institucional del mismo; por tanto, en sí mismo, el partido, no es una institución imprescindible; no es una institución central en el sistema institucional. Y sin embargo, aparentemente, sí lo parece.

Es, una vez más, la apariencia y la realidad. El sol dando vueltas alrededor de la Tierra…

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